Actitud
El primer gran problema al dejar un puesto de trabajo en relación de dependencia y emprender un proyecto propio no es ni tomar la decisión ni no saber cuál es el próximo paso a dar, sino cambiar el chip sobre cómo pensamos y actuamos, hay que dejar de pensar como empleado.
El otro día hablando con una amiga sobre su pareja, quien está dando sus primeros pasos como emprendedora casi obligada al ser desvinculada de la empresa para la que trabajaba, me dijo: “Ya está tirando de nuevo currículums, es una lástima, pero piensa como empleada” y decidí escribir este artículo.
Porque no le pasa a ella sola, es moneda corriente entre quienes trabajan para otros y cuyo único fin es el dinero.
Un abismo separa a los empleados de los emprendedores y es una de las causas por la que fracasan la mayor parte de ellos. Y no digo emprendimientos, sino emprendedores, porque cuando comenzás con algo propio te puede ir bien, mal, pero de todo se aprende. El problema es cuando falla el emprendedor, porque no fue una instancia, es un tema de actitud.
Más allá de tener una idea, de haberla validado, de tener un plan, presupuesto y tooodo lo que se necesita al comenzar un proyecto propio es preciso, indispensable, dejar de pensar como empleado para pensar como emprendedor, como profesional autónomo, como jefe.
Si, cuando emprendés te convertís en tu propio jefe y cada cosa que hagas o decidas tiene un impacto directo en tu negocio y por ende, en tu bolsillo.
De empleado a emprendedor
Se acabó la jornada de 9 a 18hs y todo eso de trabajar por un horario y de que te paguen por horas culo. Comienza a correr el tema objetivos y productividad. Si no te movés, no comés. Y si lo que hacés no genera ventas poco importa si te llevó 2 u 8 horas.
No podés pasar media mañana para contestar un email o pedirle a tu compañera que te pase tal o cual cosa para hacer tu trabajo. No podés depender de nadie, tenés que aprender a accionar por las tuyas.
Olvidate de las 25 veces que vas a al baño a hacer tiempo, los 10 puchos que te fumás durante el día sólo para bajar 5 minutos a la puerta a respirar “aire puro”.
Nadie va a venir a felicitarte por tu esfuerzo. Olvidate de las palmadas, de trabajar para un aumento o pedir “el viernes” con cualquier excusa para disfrutar de un finde largo.
Cuando todo esté encaminado y tengas el toro por las astas, entonces podrás disfrutar de tus días y de tus horarios a tu antojo, pero para entonces el camino es intenso y requiere de mucha determinación.
El empleado trabaja en pos de algo, para agradar al jefe, para hacer bien las cosas y recibir una retribución por eso. El emprendedor acciona para crecer él y escalar su negocio.
¿Es preciso trabajar un sábado? se trabaja. ¿Un domingo cuando todos están en la pileta? también. ¿Jornadas de 12 horas? ¡adentro!.
Tenés que saber que vas a ir contra el mundo. Cuando todos descansen vos vas a estar trabajando. Cuando todos trabajen, también.
Se acabaron las órdenes, los festejos de viernes por la tarde y el pin al mejor empleado. El aguinaldo, vacaciones pagas y la prepaga.
Pero también vas a dejar de ser un número, un folio en el departamento de recursos humanos, un recorte cuando las cosas se ponen feas y tus servicios ya no son necesarios.
Vas a olvidarte del mal trato (no es en todos los casos pero cada vez está más a la orden del día), del pago tardío y rebajado. De las órdenes, de los no podés y de los debés. De acá se hacen las cosas así porque lo dice el jefe.
Vas a enfrentarte a la libertad más pura y acojonante. Pero fabulosa. Vas a enfrentar a tus propios fantasmas y a invitarlos a tomar un café o unas vacaciones, porque vos tenés cosas más importantes para hacer que sostener sombras incorporpóreas que no te pertenecen.
Y algún día, cuando todos se quejen y esperen el viernes, el finde largo, las vacaciones, la jubilación, vos vas a sonreir y ver todo lo que construiste, porque es tuyo, porque cada minuto de esfuerzo fue por y para vos.
Porque mientras todo trabajan para el sueño de otro, porque es más fácil, menos duro, porque no hay tantas responsabilidades y puedo desconectar a las 18hs así se prenda fuego la empresa, vos estás construyendo ladrillo a ladrillo el tuyo.
¿Cuánto estás dispuesto a dar?
Ser tu propio jefe implica ser responsable de todo. De cuánto trabajás y cómo lo hacés. De elegir, proyectar, de equivocarse y aprender del error. Se trata de crecer, tomar acción todo el tiempo y ganar autonomía a cada paso.
Y es importante saber cuánto estás dispuesto a dar por tu sueño.
Emprender es entender que no hay red, que no hay nada seguro, pero que la incertidumbre que afrontás es un paraíso de posibilidades.
Es aprender que del otro lado del miedo hay oportunidades. Y que ganarle a esos miedos es ganarte a vos mismo, es ensanchar tu espalda y sentir orgullo de lo conseguido.
Que no hay descanso, que nunca se está a tiempo, que siempre hay pendientes y cosas por hacer. Que no importa la llegada sino disfrutar el camino.
Y entender que no hay mejor escuela que el construirte y construir tu propia vida. Que elegir qué querés para vos, quién querés ser y cómo querés vivir.
muy buena tu mirada, lo mostrás de una manera real y terrenal, interesante !
¡¡Gracias Ivan, abrazo!!
Es importante conocer la experiencia de los que ya han caminado por este recorrido del emprendimiento. Nos motiva a comenzar a romper ciertos paradigmas
. Muchas gracias!.
Hay que transitar el cambio de paradigma, romper con viejos estereotipos y formatos que no nos hacen felices. Abrazo Paula y gracias por pasarte por uffa.