“El día que casi muero por vivir viajando»
Así solemos recordar aquel 27 de diciembre de 2015.
Habíamos llegado a Cusco* con todas las ganas de descubrir y disfrutar aquella maravillosa ciudad para terminar allí nuestro año.
Aunque casi no llegamos a festejarlo…
Pero para contarte cómo es que casi morimos voy a retomar el viaje unos dos meses atrás.
– Ojo en Bolivia y Perú, no beban agua, no coman helado, ni sopas, ni jugos, ni ninguna verdura a no ser que esté cocida y, si comen frutas, que sólo sean de cáscara.
Así nos preparaban algunos conocidos para conocer ambos países… en definitiva la idea era no beber ni comer nada crudo que haya tenido contacto con el agua por la contaminación de la misma, ya que simplemente los argentinos no somos inmunes a esos parásitos y bacterias.
Los antecedentes de enfermedades viajeras
Ya nos habíamos enfermado con anterioridad en Bolivia, a Caro le tocó una salmonella (clásica en viajeros) que, según creemos, se empezó a incubar en nuestro paso por Uyuni, Bolivia.
En mi caso…
– “Usted señorita tiene bacterias varias y parásitos”
Así de feo lo dijo el médico tras leer los estudios que me habían hecho en Puno (Perú) a causa de un tremendo coctel de bichos que me había agarrado aparentemente en Copacabana (Bolivia).
Si bien me dió un poco de asco tener todo eso dentro mío, se podría decir que hasta aquí no nos había pasado nada grave, doloroso y molesto si, pero no grave…
– Yo soy alérgica, no puedo viajar sin asistencia al viajero – me había dicho Caro antes de arrancar el viaje.
– Dale, no vamos a andar pagando un seguro médico, es mucha plata que la podemos utilizar para otra cosa– dije yo, con ese toque un tanto hippie que me caracteriza.
– Sin Asistencia yo no viajo.
Menos mal que cuando emprendés un viaje de a dos la mayoría de las cosas se deciden por consenso (yo gané en viajar con mochila y no con valija, Caro en viajar con asistencia al viajero).
“Ok, Caro también tenía razón con lo de las valijas, pero preferiría no decírselo aún, por orgullo, vió”

Lo que nos costaron las primeras enfermedades
Esas dos enfermedades costaron en promedio unos u$s 400.- entre atención, estudios y medicamentos…
Además de habernos imposibilitado hacer el “Camino de la muerte” en Bolivia y en mi caso recorrer Puno (estuve 3 de los 4 días en cama).
Las experiencias nos la perdimos inevitablemente peeeero los u$s 400.- nos los ahorramos por haber viajado con la asistencia al viajero…
Y tener esa suma para gastarla en lo que decidís y no en médicos te hace sentir muy bien.
Casi muero en Cusco
Como es costumbre habíamos salido a caminar para conocer la ciudad y trabajar un poco (si todavía no conoces Cusco, cuando vayas vas a ver que esa ciudad es un “flash”, no sólo es bellísima, sino que está plagada de historia, cultura y turistas).
En ese momento nos habían invitado a hospedarnos (por nuestro blog) en el hotel Amaru Colonial.

Así que al llegar al hotel Caro me dice:
– Me siento un poco mal, como afiebrada, me voy a acostar un rato.
Yo me quedé en el lobby del hotel trabajando, a los 20 minutos suena el teléfono de la recepcionista, levanta la vista y me informa que Carolina había llamado desde la habitación y que se sentía muy mal.
Cierro la compu y corro hacia la habitación.
Entro, veo la puerta del año abierta y a Caro tirada en la cama… tremendamente pálida, con los labios rojos inyectados en sangre y me dice.
– No, te asustes, pero llamá ya una ambulancia, me siento muy mal… – mientras busco el número de la asistencia al viajero, agrega – No siento ni los brazos ni las piernas.
Llevándole la contra me asusté mucho pero le actué un personaje de tranquila resolutiva y llamé a la ambulancia que tardó, entre el llamado y su llegada unos 10 minutos.
– Vístete, te vamos a internar – dijo el medico apenas mirándola.
Verdaderamente se la veía muy mal.
A los 40 minutos de estar internada… comencé a experimentar exactamente los mismos síntomas, no quería quedarme fuera de la anécdota jajaja.
– Enfermera, pase a Carolina a la habitación doble y prepare la internación de la paciente Guillermina – y de acompañante pasé a paciente en un par de minutos.
Fueron tres días de internación con todos los estudios y remedios incluídos.
El diagnostico: Ameba de vida libre, un parásito que se encarga de deshidratarte en menos de 40 minutos pudiendo llevarte a la muerte… así de divertido.
Según los doctores puedo haber sido por algo que consumimos y que no estuvo bien lavado o a lo que simplemente se le hubiera apoyado un mosca y dejado ese parásito…
Ergo: “Aunque te cuides mucho, a veces tu salud no depende de vos”.
Lo que nos ahorramos en dinero por tener asistencia al viajero
La Asistencia al viajero volvió a pagar todo, pero si por las dos enfermedades anteriores pude ver que gastó 400 dólares, no quiero imaginar el gasto por tres días de internación + ambulancia + medicamentos para dos personas… sin dudas nos ahorramos muuucho dinero y salvamos nuestras vidas por tener Asistencia al viajero.
Y ahora yo también tengo la anécdota del día que casi muero en Cusco. 😉

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Fin de la historia
Finalmente nos dieron el alta el 31 de diciembre justo para poder terminar el año en la plaza central de Cusco participando, aunque muy débiles, de una fiesta increíble en esa maravillosa ciudad. ¡Pero brindamos con agua! 🙁
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- Cusco: así lo usan los locales, aunque también vas a encontrarlo como Cuzco, gracias a la Real Academia Española y sus decisiones.
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