Seguramente le título de esta nota te parezca un tanto extraño y posiblemente no te hayas puesto a pensar en los beneficios del miedo.
Por este motivo quiero comenzar contándote que fundamentalmente hay dos tipos de miedos y los dos pueden ser beneficiosos para vos.
Miedo con fundamento objetivo o miedo por instinto de supervivencia
Este miedo es fundamental y es el que nos permite seguir poblando el planeta.
Es el miedo que le permitió a tu tátara-tatara-tatara abuelo esconderse de los tigres cuando salía a cazar su alimento.
Es el que te hace estár en alerta cuando hay un peligro real e inminente.
Es ese que te dice “no, por acá no… mejor tomá la otra ruta”, el que te dice “no tiene sentido arriesgarte a comer ese pollo que tiene una semana en la heladera y huele a planta de reciclaje” o “creo que si salto desde acá me voy a romper todos los huesos, mejor uso la escalera”.
Sin dudas, este miedo es genial y afortunadamente lo tenemos… pero, hay otro miedo, un miedo que se agazapa y como el tigre que se quería comer a tu tátara-tatara-tatara abuelo, está esperando que pases desprevenido para convertirte en aperitivo…
Miedo sin fundamento objetivo o miedo de transferencia cultural
Pero para hablar de este miedo te pido primero que leas esta historia.
De como vencí al monstruo
De chica solía tenerle mucho miedo a la oscuridad.
Cada noche antes de acostarme me agarraba una especie de pánico infantil. Yo tenía claro que los monstruos no existían, pero aun así el miedo que yo sentía era muy real.
El problema no era dormirme… Eso ya lo tenía resuelto, mi hermana mayor me decía: “Que sueñes con los angelitos” y tema resuelto.
Mi problema era acostarme…
La tecla de la luz se encontraba en la otra punta de la habitación y como yo era la más chiquita y debía acostarme antes, caía sobre mis hombros la dura responsabilidad de atravesar las tinieblas de mi cuarto y prenderla.
Debía asumir ese riesgo cada noche, motivo suficiente para tomar cartas en el asunto.
Me puse a analizar cómo solucionar este problema con la lógica correspondiente a una criatura de 5 años.
1- Yo sabía que no existían los monstruos pero, sin embargo, tenía miedo de que alguno apareciera.
2- Los monstruos seguramente no eran tan ágiles como yo… no olvidemos que a fuerza de trepar árboles casi sin raspones me había ganado el título de “La monita de la familia”.
3- No tendría inconvenientes en dormir si me demostraba a mí misma que esa noche no había ningún monstruo en mi habitación.
Por lo tanto, si yo creaba una forma relativamente segura de prender la luz y corroboraba que no había monstruos esa noche iba descansar bien.
Por este motivo diseñé una estrategia que resultó ser más que efectiva y se las quiero enseñar, porque uno nunca sabe cuándo la puede necesitar.
Te parás con tu camisón rosa de la suerte un metro detrás de la puerta de tu habitación (ojo, con un pijamas rayado también puede funcionar).
Tomás carrera y das dos pasos largos procurando el impulso suficiente como para trepar a tu cama rápidamente, corrés sobre ella hasta la llave de luz al otro lado de tu habitación y en un movimiento fugaz la prendés.
Pero ojo… ahora viene la parte más arriesgada de la operación… la inspección.
Para esto lo más importante es que confíes en vos y pegues un salto muy largo hasta el centro exacto de la habitación, ahí y continuando el aterrizaje te agachás y mirás a la distancia debajo de la cama si hay algún intruso.
Para que esta maniobra sea efectiva es ideal tener despejado el piso debajo para poder ver bien, recordá que los juguetes siempre se pueden tirar en cualquier otro rincón de la habitación.
Pero aún queda un paso más, el más arriesgado y complejo.
Una vez corroborada la ausencia de monstruos debajo la cama te acercás cuidadosamente, casi en cámara lenta (para no hacer ningún ruido), al tenebroso placard, tomás la manijita y lo abrís en el mismo momento en que das un largo salto hacia atrás… donde podrás ver si algún monstruo está escondido allí.
Es recomendable tener el placard ordenado para poder realizar bien la inspección… aunque no era mi caso veo importante hacer esta aclaración.
Una vez realizado este simple proceso, ya podía descansar feliz, dormir plácidamente y soñar con los angelitos…
Este miedo no se sostiene sobre ningún fundamento objetivo, es el miedo a lo desconocido, al cambio, el miedo infantil con el que solemos ser criados y que van desde “el hombre de la bolsa” hasta la “seguridad económica”.
¿Quién no sintió el paradójico y casi ridículo miedo a perder algo que ni siquiera tenemos, como puede ser un posible ascenso o la mentirosa estabilidad económica?
Y este tipo de miedos puede devenir sólo en dos cosas:
- Parálisis. Mejor llamada como muerte en vida, porque sólo lo muerto puede permanecer estático.
- Acción. La única posibilidad que tenés para vivir…
Nos enseñan a depender. De chicos en la escuela dependemos de un timbre para salir al recreo y hacer lo que instintivamente necesitamos hacer. De grandes dependemos de una empresa para tener un sueldo.
Desde pequeñitos nos enseñan a ser esclavos de “lo posible” inyectándonos altas dosis de “deseos imposibles” haciéndonos vivir en constante crisis.
Conclusión o mi recomendación
Ponete el camisón rosa o el pijamas rayado y avanzá por sobre el miedo, si una nena de 5 años lo logró vos también podés.
Si no estás seguro o no sabés cómo, entendé bien cuál es el miedo, pensá en las posibilidades reales que tenés de abordarlo.
Pensá cuáles son los riesgos reales que representa y si éstos son menores que la posibilidad de muerte… entonces enfrentalo.
Pensá en el miedo como un juego en el que podés ganar o perder, pero que bajo ningún punto de vista podes dejar de jugar. No se trata de fuerza o agilidad, se trata de inteligencia y valor.
Tené el coraje de creer en vos.
“Aprendí que el coraje no es la ausencia del miedo, sino el triunfo sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista ese miedo” (Nelson Mandela).
Como siempre te decimos nos encanta leerte y esperamos tus palabras, tu historia.
Hola Caro, hola Mina.
Me han hecho llorar. No tengo 35, ni 40. Tengo 52 años. Soy periodista gráfica y radial. Un gran amigo me dice que yo sé lo más importante que una tiene que saber para armar un blog, y vivir de lo que me gusta, que es investigar, leer, escribir y editar.
Estoy aterrada. Hace seis años que abandoné los medios tradicionales después de trabajar en los medios más grandes del país por más de 18 años. Ahora trabajo para el Estado, en un laburo que no me hace feliz para nada, me cuesta levantarme en la mañana y, pensar, ¡que yo solía ser vista entre mis amigas por la loca a la que le gustaba laburar! Sí, como periodista. Pero me cansé de ganar dos pesos con cincuenta. Y tomé un laburo seguro, tengo un hijo al que crio sola desde que nació. Y bue. Pero, ya no puedo traicionarme más. Así, que, me identifico con todo lo que dicen y cuentan. Sólo puedo decirles gracias. Iré armando mi blog siguiéndolas, paso a paso. Gracias, hermosas. Son dos seres preciosos.
Estoy con muchas ganas y casi a punto de despegar junto a mis sueños , de vivir en Brasil , tengo 45 años y eso es mi fabrica interior de miedos… miedo a no ser aceptado por ser extranjero (argentino) , miedo a la discriminacion , miedo a la soledad. en fin… miedo a vivr un cambio radicalmente distinto en un pais distinto y con una cultura distinta… cultura a la que yo admiro ,,,y quiero ser parte de ella.
¡Hola Néstor! En cuanto a nuestra experiencia de viajeras, la gente termina haciendo la experiencia mucho más agradable de lo que uno puede imaginar y los miedos suelen ser mucho más grandes en nuestras cabezas que en la realidad. ¡Así que adelante con tu sueño, a transitarlo, a vivirlo! Te recomiendo la descarga del botiquín de estímulos para cuando el miedo asome, a nosotras nos ayudó mucho y por eso lo «prestamos» a quien quiera usarlo. El link de descarga >> es este. ¡Un abrazo!
A veces necesitamos olvidarnos más del que dirán y ser más niños de lo que somos.
¡Gracias por las notas que escriben, me encanta leer uffa!
Gracias Deni por tus palabras.
¡Lo que sin dudas necesitamos es escuchar cada vez más nuestros propios deseos y ser lo suficientemente valientes como para luchar por ellos!
¡Un abrazo fuerte!
Qué interesante forma de ver el miedo, prácticamente todos lo tenemos pero actuamos como si no estuviera ahí, lo encerramos y aislamos para que nos afecte, no es tema de conversación, rara vez alguien se abre y comenta al respecto… y poco a poco nos vamos limitando nosotros mismos para no enfrentarnos a él, a mis 29 años he decido enfrentarlos, tomar riesgos y aún estoy batallando con mis miedos e inseguridades que me limitan y cohartan mis capacidades. Tome un riesgo grande este año que era cambiarme de ciudad por una oportunidad de trabajo que se veía inspirador acorde a mis deseos, pero una vez acá y enfrentarme sola a mi desicion me ha dado muchos cuestionamientos que no considere en un principio, sé que es el momento de tomar esos miedos y enfrentarlos, pero aún estoy investigando cómo resolverlos. Espero tener la fortaleza como la niña de 5 años y poder superarlos…
Hola Karina, gracias por tus palabras, por dejarnos leerte a vos también. Te cuento que esa nena de 5 años era yo, y el pánico que me daba prender esa luz era casi indescriptible, pero si no lo hacía no iba a descansar… todos necesitamos ganarle a nuestros miedos y para hacerlo es fundamental enfrentarlos. ¡Analízalo, entendelo y accioná en consecuencia! Te mando un abrazo y si todavía no lo hiciste, te recomiendo que te bajes el ebook “Animate a vivir de lo que te gusta” creo que te puede sumar mucho! 😉
hola Mina muy bueno tu relato y super valido para este momento de tomar una decision y viajar a otro mundo con un niño que, tambien tiene sus miedos al dejar a su papa, los abuelos, tias y amigos. Me sirve para enfrentar los mios y ayudar a salir del miedo mi hijo.
Gracias por el aporte de todos los comentarios, todo es util. saludos Cynthia
Hola Cynthia, si bien cuento mi experiencia infantil en la nota, no olvides que lo hago desde la mirada de un adulto y hablo de los miedos referidos al emprendedurismo, de eso se trata este blog.
Los miedos de un nene no son lo mismo, no se sienten igual y tienen otras dimensiones, en ese caso quizá lo más apropiado sería que lo hables con un profesional que se especialice en el trabajo con niños. Un abrazo.